lunes, 8 de septiembre de 2008

PLANOLES-DÒRRIA

Ayer fui con mi amigo Carlos a hacer una pequeña rutita por el pirineo.
Llegamos a Planoles y desde allí seguimos las marcas rojas y blancas del GR 11 que nos lleva directos al pueblito de Dòrria, cuatro casas agrupadas en la montaña, donde te olvidas por unos instantes de todo y solo puedes contemplar la belleza de la vida en su estado más puro.
Es una agradable excursión que se puede hacer caminando plácidamente, y dándote algún chapuzón si el tiempo acompaña.

Carlos y yo sonriendo para la foto

Probando el Gore Tex

Vista del pueblo de Planoles con el Taga al fondo

domingo, 10 de agosto de 2008

VACACIONES

Llegamos a ese punto tan esperado del año, ese punto en el que hacemos un alto en el camino para beber, retomar fuerzas, descansar, respirar hondo, ver la vida desde otro punto de vista y disfrutar.

Hasta la vuelta.








































jueves, 17 de julio de 2008

RINCONES MEDIEVALES

Mi interés por la naturaleza vino acompañado por el mundo medieval. Me siento muy atraida por la Edad Media, y ya que no existe la máquina del tiempo para poder viajar hasta esta época, me conformo visitando pueblecitos que conservan hoy en dia ese encanto medieval, su antiguo trazado, sus callejuelas estrechas y adoquinadas, murallas, castillos en ruinas...
Aquí dejo unas fotos de rinconcitos medievales que he visitado.


Callejuelas de Guimerà


Calle emporticada en Guimerà



Calle empedrada en Peratallada



Carcassonne se sumió en la oscura noche


Paseo nocturno por Carcassonne
Torreones iluminados

Puerta de entrada al pasado

Pujada de Sant Domènech (Gerona)

Carrer dels jueus (Montblanc)

domingo, 13 de julio de 2008

BUSCANDO LA LUZ

Después de más de un año sin pisar el carril bici del rio Besòs, esta tarde lo he vuelto a recorrer con mi bicicleta. Me a impulsado hacerlo el cielo tan azul con sus nubes blancas de algodón y esa manera que tiene el Sol de iluminar el paisaje por el medio día que me fascina.


Mi intención era disfrutar de la agradable tarde en soledad y hacer unas cuantas fotos aprovechando la luz tan preciosa que hacia, pero al ir pedaleando me han venido a mi mente pensamientos que me rondaban por la cabeza de años atrás cuando recorría este paseo, y me he ido recreando en ellos, hasta topar con el final del carril bici marcado, y el sendero de tierra que sigue por el borde del río. Siempre tomaba la opción de pedalear un poco más fuera del paseo hasta Montcada i Reixach, aunque la que más me atraía era la de seguir por el sendero de tierra que, según tengo entendido, llega hasta Mollet. Nunca me atreví desde que un hombre, que me vio intentarlo, me paró para decirme que con esa bici no llegaría muy lejos porque no era de montaña, y que si ni él mismo podía, yo menos. Me dispongo a seguir pues, divirtiéndome con el resurgimiento de la Laura atrevida y cabezota. El camino esta lleno de piedras y charcos por la tormenta de ayer. Es bastante solitario, veo pasar ciclistas de vez en cuando. Llego a mi primer punto de inflexión en lo alto de un pequeño montículo, donde me planteo si seguir o dar media vuelta, cuando paro a un ciclista que viene y le pregunto cuanto queda para Mollet. Me dice que él viene de ahí y que hace media hora que a salido. Me rió de mi misma por haber dudado si tirar la toalla y sigo. El camino me gusta, de hecho me gusta más que el carril bici del río Besòs, todo lo que sea campo y naturaleza me atrae más. Pero empiezo a pensar en si se produce un pinchazo. No estoy acostumbrada a meter a mi bici por caminos tan "salvajes", pero un impulso inexplicable me hacía que pedaleara dirección norte. Llego a mi segundo punto de inlexión, donde paro y me replanteo si seguir o dar media vuelta. No tengo ni idea cuando queda para Mollet ni si podré salir de la zona del río, ya que no había rampas ni escaleras para subir arriba. Pero veo pasar a una pareja y sin pensarlo, voy detrás de ellos, irán a algún sitio, digo yo, pero mis piernas no pueden seguirlos y me quedo atrás. A partir de aquí mi obsesión es ver algún indicio de civilización, ver edificios, y ya no decirte, ver el "pirulín" de la Renfe. Paso por desguaces, zonas industriales, y me voy desesperando, hasta que me da por mirar el reloj y veo que son las 20h cuando yo pensaba que eran las 19h. Tercer punto de inflexión y último. Doy media vuelta, aunque Mollet estuviera al girar la curva, llevo así todo el camino y Mollet no a dado señales de vida, aunque veía edificios a lo lejos. Me dispongo a deshacer el camino hecho.La broma me ha costado 39 Km desde que e salido de casa, llenarme hasta arriba de barro y tragarme unos cuantos mosquitos.

Siempre va bien hacer algo diferente y retomar viejos hábitos.








martes, 8 de julio de 2008

LAS CAÑADAS

El último libro que me he leído se titula Naturaleza Virgen de Robert Macfarlane y trata sobre los distintos viajes que hizo por la civilizada Gran Bretaña en busca de reductos vírgenes inspirado por las lecturas de escritores y poetas románticos que ya recorrieron esos parajes o por leyendas cristiano-celtas que tenían como telón de fondo los mismos.

Cada capítulo trata sobre un viaje a un territorio natural en concreto: cumbre, valle, isla, bosque, turbera, peñasco, marisma, etc...y de todos ellos, el que más me ha interesado, pese al ser el más frecuentado por mi y el que más accesible tengo, ha sido la cañada. Empecé a leer el capítulo sin saber que era una cañada, aunque e caminado por varias de ellas sin saberlo.
Las cañadas son depresiones del terreno erosionadas a lo largo de milenios en el lecho de la roca hasta formar un camino hundido. La mayoría de estas rutas fueron inicialmente vías que conducían al mercado o sendas de peregrinos. El paso de carros, los caballos y las personas a lo largo de los siglos fue abriendo surcos en la piedra, y a medida que las rodadas se volvían profundas, el camino se convirtió en una ruta natural para el agua. El agua de la lluvia y las tormentas transformaba estos caminos en ríos temporales que arrastraban a su paso fragmentos de piedras sueltas y tallaban aún más el terreno, hundiéndolo entre los prados y los campos.
Estas que pongo con cañadas de Asturias por las que caminé en el Camino Primitivo.









lunes, 7 de julio de 2008

MI VISIÓN DEL CAMINO DE SANTIAGO

Desde que tengo uso de razón siempre me he sentido atraída por la naturaleza. De pequeña iba muy a menudo con mi padre a la montaña a buscar espárragos, caracoles y bolets. Recuerdo cuando esperábamos los dos a que amainara de la lluvia para salir a buscar caracoles y caminar entre la hierba mojada oliendo a ese inconfundible olor a tierra mojada.
De más mayor dejemos de ir a la montaña pero en mi aún conservaba ese sentimiento, esa necesidad de ver el cielo en toda su amplitud sin edificios que se interpusieran y ver un horizonte dibujado por montañas.
Conocí a unos amigos con los que pude satisfacer esta necesidad, y gracia a ellos, e pasado muchos fines de semana haciendo rutas, lejos de la ciudad, de centros comerciales, tiendas y todo lo que se supone que nos tiene que distraer de la rutina de la semana y que a mi solo consigue agobiarme más.
Fue por aquel entonces cuando me empecé a interesar por el Camino de Santiago, ese camino que es como un remanso de paz en este mundo caótico, que te brinda la oportunidad de meditar, recapacitar y encontrarte a ti misma. Este podría ser cualquier encabezado de un artículo sobre el Camino. Yo llegué tarde para descubrir ese camino que sin duda fue así durante largo tiempo, pero el "boom" turístico a acabado con esa etapa. Bajo mi mentalidad romántica, soñadora y solitaria lo viví como un engaño. Peregrinos extranjeros que te muestran su indignación por no entenderles, broncas nocturnas en los albergues porque algunas personas ronquen, peregrinos que les dan más importancia que el albergue este limpio que a la etapa del día y ver por las tardes los bares del pueblo llenos de peregrinos tomando su cervecita como si en el mismo centro de Barcelona estuviera.
Sin duda también me llevo buenos recuerdos, pero esos recuerdos son en soledad: introduciendo los pies en un arroyo, observando un paisaje o la Catedral de Santiago...sintiendo el Camino a mi manera.
Lo he hecho 3 veces: en Agosto del 2006 de Astorga a Santiago, en semana santa del 2007 de Valença doMinho hasta Finisterre y en Agosto del 2007 de Oviedo a Santiago, las 3 veces acompañada.
Por ahora no tengo la necesidad de más Camino, y si lo hiciera otra vez lo empezaría lo más lejos posible y no llegaría a Santiago. Laura, una chica que conocí en el Camino portugués de Valença a Finisterre, recuerdo que me comentó que el verdadero Camino te lo encuentras antes de llegar a León y en las estaciones de otoño e invierno que es cuando los peregrinos son escritores, pintores, bohemios....artistas que van al Camino a buscar la inspiración.
El Camino me enseñó que se puede vivir con lo más básico y prescindir de muchas cosas que consideramos imprescindibles, y que las comodidades solo sirven para atontarnos, volvernos vagos e inactivos y acostumbrarnos a vivir bajo los cánones de la sociedad del consumo.
Las cosas negativas del Camino no son para mi el cansancio, las agujetas, ascensiones de vértigo con 10 kg a tu espalda, caminar bajo la lluvia, no encontrar nada para comer cuando el reloj marca las 17h...aunque sí una herida brutal que tuve en carne viva en la planta del pie que me salió durante el segundo Camino. No me defraudó nada de eso porque era consciente de que me lo iba a encontrar y quería ponerme a prueba en este sentido, sino que me defraudó el Camino en un nivel más interior, que no tiene ese encanto ni esa espiritualidad que quieren vender.
Cada persona tenemos unas necesidades y una personalidad, y en lo que se ha convertido el Camino de Santiago ahora no me ha dado lo que buscaba, o tal vez no supe encontrarlo.
De toda experiencia se aprende, y de esta aprendí que la guía de viaje eres tú mismo.